Pérmico (299 a 252 millones de años)

El Período Pérmico: Auge y Caída de los Ecosistemas Paleozoicos

El Período Pérmico constituye la etapa final de la Era Paleozoica, extendiéndose desde aproximadamente hace 299 hasta 252 millones de años. Este intervalo geológico se caracterizó por una serie de transformaciones profundas en la estructura física del planeta y en la evolución de la vida. Durante el Pérmico, los continentes se fusionaron en un supercontinente gigantesco llamado Pangea, mientras que la biodiversidad terrestre y marina alcanzó su punto más alto hasta ese momento en la historia de la Tierra. Sin embargo, este auge culminó en una catástrofe sin precedentes: la extinción masiva del Pérmico-Triásico, que acabó con más del 90% de las especies marinas y más del 70% de las terrestres.

El estudio del Pérmico es crucial no solo por la magnitud de los eventos biológicos y geológicos que lo definen, sino también por su capacidad para ofrecer lecciones sobre resiliencia ecológica, adaptación evolutiva y las consecuencias de los cambios ambientales abruptos.

Geografía y tectónica: el surgimiento de Pangea

Durante el Pérmico, la tectónica de placas provocó la colisión de los principales continentes de la época —Laurasia (al norte) y Gondwana (al sur)—, formando el supercontinente Pangea. Esta vasta masa terrestre tenía una forma más o menos ovalada que se extendía de polo a polo, rodeada por un único océano llamado Panthalassa, mientras que el Mar de Tetis se situaba entre las masas continentales del este.

La formación de Pangea trajo consigo profundos cambios geológicos. El cierre de antiguos océanos, como el Rheico y el Paleo-Tetis, provocó plegamientos montañosos (orogénesis), entre ellos la formación de los Montes Urales y otros sistemas montañosos hoy fosilizados en los sedimentos del Pérmico. Estas colisiones generaron zonas de actividad sísmica y volcánica, y reorganizaron los patrones climáticos y oceánicos del planeta.

Clima del Pérmico

El clima del Pérmico experimentó una transición marcada desde condiciones relativamente frías al inicio del período hasta un clima cálido y árido en su parte final. Al comienzo del Pérmico, aún persistían las glaciaciones iniciadas en el Carbonífero, especialmente en el supercontinente Gondwana, con grandes capas de hielo en regiones como Sudamérica, África y la Antártida.

Sin embargo, a medida que avanzaba el período, el clima global se volvió progresivamente más cálido y seco, debido en parte a la configuración continental de Pangea, que favorecía la continentalidad (interiores secos y extremos térmicos). La circulación atmosférica también se vio alterada, reduciendo las lluvias y provocando la expansión de desiertos y regiones semiáridas.

Esta aridificación afectó profundamente los ecosistemas terrestres, forzando a las especies a desarrollar adaptaciones a ambientes secos. Las plantas evolucionaron estructuras para conservar agua, y los animales desarrollaron mecanismos fisiológicos más eficientes para la termorregulación y la reproducción en ambientes hostiles.

Vida en el Pérmico

Flora

La flora pérmica estaba dominada por plantas vasculares adaptadas a condiciones secas. Entre las más abundantes se encontraban las gimnospermas, como las coníferas, cícadas y ginkgos, que desplazaron en parte a los helechos y licopodios del Carbonífero. Las plantas con semillas (esporofitas) ofrecían una ventaja en climas áridos, ya que no dependían del agua para la fecundación.

En regiones más húmedas, los helechos arborescentes y otras plantas primitivas seguían siendo comunes, especialmente en ambientes cercanos a cuerpos de agua. La vegetación del Pérmico fue clave en el mantenimiento de la atmósfera y en la formación de importantes yacimientos de carbón, especialmente en los primeros millones de años del período.

Fauna terrestre

El Pérmico fue testigo de una explosión evolutiva entre los tetrápodos, especialmente los sínapsidos, un grupo de vertebrados que incluye a los antecesores de los mamíferos. Los pelicosaurios, como Dimetrodon, fueron algunos de los grandes depredadores tempranos del Pérmico, caracterizados por su distintiva vela dorsal posiblemente usada para la termorregulación.

Más adelante, los pelicosaurios fueron reemplazados por los terápsidos, formas más avanzadas que exhibían características cada vez más cercanas a los mamíferos, como mandíbulas complejas, dientes diferenciados y posturas más erguidas. Estos animales ocuparon una amplia variedad de nichos ecológicos, desde carnívoros hasta herbívoros.

Los reptiles diápsidos, aunque menos dominantes que los sínapsidos durante la mayor parte del Pérmico, también estaban en expansión. Este grupo incluiría eventualmente a los arcosaurios (grupo del cual evolucionarían los dinosaurios y cocodrilos) y lepidosaurios (ancestros de lagartos y serpientes).

Fauna marina

En los océanos, la vida también alcanzó una diversidad impresionante. Los braquiópodos, moluscos, crinoides, corales, trilobites (aunque en declive) y foraminíferos eran comunes. Los ammonoides, parientes de los modernos calamares y pulpos, eran muy abundantes y diversos, sirviendo como indicadores bioestratigráficos clave para los geólogos.

Entre los vertebrados marinos, los peces cartilaginosos como tiburones y rayas se diversificaron, mientras que los peces óseos se expandieron tanto en número como en morfología. Algunos grupos de reptiles comenzaron a adaptarse a ambientes acuáticos, pero los grandes reptiles marinos característicos del Mesozoico aún no habían surgido.

Extinción del Pérmico-Triásico

El final del Pérmico estuvo marcado por el evento de extinción más devastador de la historia de la Tierra, ocurrido hace aproximadamente 252 millones de años. Esta extinción eliminó más del 90% de las especies marinas y al menos el 70% de las especies terrestres, incluyendo a la mayoría de los trilobites, braquiópodos, ammonoides y muchas líneas de tetrápodos.

Causas posibles

Las causas de esta extinción son múltiples y aún objeto de investigación, pero la teoría más aceptada involucra una erupción volcánica masiva en la región de Siberia, conocida como las Trampas Siberianas. Esta actividad volcánica liberó cantidades colosales de dióxido de carbono (CO₂) y metano (CH₄), provocando un calentamiento global extremo, acidificación de los océanos y reducción del oxígeno en el agua (anoxia marina).

Otros factores que pudieron contribuir incluyen:

  • La liberación de hidratos de metano del fondo oceánico.

  • Cambios en la circulación oceánica.

  • Colapso de ecosistemas debido a cambios climáticos abruptos.

  • Aumento de la radiación UV por destrucción de la capa de ozono.

La recuperación biológica tras esta extinción fue lenta, tomando entre 5 y 10 millones de años, y allanó el camino para la evolución de nuevos grupos dominantes, como los dinosaurios y mamíferos primitivos en el Mesozoico.

Importancia paleontológica

El Pérmico ocupa un lugar central en la paleontología por ser un período de transición entre dos eras: el Paleozoico y el Mesozoico. Sus registros fósiles son esenciales para entender:

  • La evolución temprana de los vertebrados terrestres.

  • El desarrollo de los ecosistemas modernos.

  • Las dinámicas de extinción y recuperación ecológica.

  • Las consecuencias climáticas de la actividad volcánica y el cambio atmosférico.

Yacimientos como los de Rusia, Sudáfrica (Formación Karoo), China y partes de América del Norte han proporcionado fósiles excepcionales de terápsidos, plantas y fauna marina, ayudando a reconstruir este mundo antiguo.

El Período Pérmico representa una de las etapas más importantes y dramáticas de la historia de la Tierra. Fue un tiempo de consolidación continental, innovación biológica y transformación ecológica, pero también de colapso ambiental sin precedentes. La evolución de los sínapsidos, la dominancia de las gimnospermas y el auge de la vida marina convergieron en un mundo dinámico y complejo que fue abruptamente interrumpido por una extinción masiva.

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